Por séptimo año consecutivo una ciudad mexicana es la más violenta del mundo en el Ranking 2023 que estudia el comportamiento de las 50 ciudades que padecen mayormente estas condiciones. Colima, quedó en primer lugar de la lista registrando 140.32 homicidios por cada 100 mil habitantes. Encima de Haití y Ecuador países también afectados por la violencia.
El estudio realizado por José Antonio Ortega, presidente del Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal, coloca a las tres naciones en condición de “Estado fallido”.
Ciudad Obregón, Sonora, fue la segunda más violenta con 117.83 y Puerto Príncipe, Haití, fue la tercera más violenta con 117.24.
De acuerdo con el estudio, las ciudades mexicanas quedaron con el índice más violento del mundo, en el marco del fracaso de la política de “abrazos, no balazos”, la policía de seguridad implementada por el actual gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, hacia los grupos del crimen organizado.
Antonio Ortega también hace referencia a “una operación para falsificar cifras”, mantenida por el actual mandatario, quien se ha caracterizado por negar el índice delictivo que registran las mismas instancias de gobierno.
El estudio señala:
“Por séptimo año consecutivo una ciudad mexicana es la más violenta del mundo. Con una tasa de 140.32 homicidios por cada 100 mil habitantes, en 2023 esa ciudad mexicana más violenta del mundo fue Colima, en el estado del mismo nombre, al igual que en 2022.
De las 16 ediciones anuales de este ranking, en 10 la ciudad más violenta del mundo ha sido mexicana (esto es, en los años 2008, 2009, 2010, 2017, 2018, 2019, 2020, 2021, 2022 y 2023).
En 2023 de las diez ciudades más violentas del mundo, siete fueron mexicanas: Colima, Obregón, Zamora, Manzanillo, Tijuana, Zacatecas y Juárez, México es el país con el mayor número de ciudades violentas: 16 de 50.
Los países más afectados por la violencia urbana (y la violencia en general) son Ecuador, Haití y México. El común denominador de los tres países es que se han adentrado considerablemente en el terreno del Estado fallido, condición en la cual el Estado pierde el monopolio de la violencia en favor de grupos violentos que van constituyendo un poder paralelo.
En Ecuador, un país con bajos niveles de violencia hasta hace cuatro años, los asesinatos y formas de operar propios del terrorismo de los grupos criminales han llevado al país a la peor crisis de su historia. Los grupos criminales mexicanos, que riñen permanentemente, han convertido a Ecuador en otro de sus campos de batalla.
En Haití décadas de inestabilidad, debilidad institucional y casi nula vigencia del estado de derecho, circunstancias agravadas por desastres naturales, han conducido a tal grado de caos que en la capital, Puerto Príncipe, los grupos criminales controlan hasta el 80% de la ciudad.
En México la violencia, cuya magnitud trata de ocultarse mediante la falsificación de cifras, no sólo se ha mantenido sino que ha tomado un curso de mayor gravedad, cuando los grupos criminales ejercen control territorial en decenas, sino es que cientos, de municipios y se han ido apoderando de una carretera detrás de otra, mientras extorsionan en forma permanente a millones de mexicanos.
La situación de México es el resultado de gobiernos omisos en su obligación legal de garantizar la seguridad de los gobernados. Pero de estas omisiones la peor ha sido la que se basa en la consigna de “abrazos, no balazos” del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador. Esta política no es otra que la de permitir que los grupos criminales ejerzan violencia con casi absoluta impunidad.
Es muy probable que las cifras sobre la incidencia de homicidios en México sean superiores a las que este estudio consigna y que se basan en datos oficiales, pues hay una operación inocultable para esconder las cifras reales. Adrián LeBaron y otros ciudadanos presentaron una denuncia penal por la falsificación de datos sobre homicidios. Entre los casos denunciados está el del monstruoso asesinato de 9 familiares de LeBaron, en su mayoría niños: oficialmente se consignaron 5 víctimas de homicidio, cuando que fueron 9.
Si en un caso que ha tenido resonancia mundial las autoridades mexicanas se atreven a falsificar cifras para simular una incidencia criminal inferior a la real ¿de qué han sido capaces respecto a casos menos conocidos y que constituyen la abrumadora mayoría?
Durante varios años frente a las cifras cuando menos dudosas del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP) de México sobre homicidios, existía la alternativa de las cifras más confiables generadas por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), las cuales solían ser superiores a las del otro organismo. Pero eso también ha cambiado. Por ejemplo, en 2022 el SNSP registró 39% más homicidios que el INEGI en el estado de Veracruz, 31% más en Durango, 29% más en Oaxaca, 17% más en Ciudad de México y 14% más en Jalisco.
Asimismo, en el municipio de Jacona, que es parte de una de las ciudades más violentas de México y del mundo, el INEGI, sólo registró 117 homicidios, mientras que el SNSP registró 150 “homicidios”, pero ni siquiera son tales sino carpetas de investigación que pueden referir a más de un homicidio, de modo que el INEGI omitió contar cuando menos 33.
Queremos suponer que estos severos subregistros son producto de errores, los cuales se deben enmendar y sobre los cuales el INEGI debe salir a dar explicaciones. De no tratarse de errores, si el INEGI se ha sumado a esta gran maniobra de falsificación de las cifras, entonces habríamos perdido a la última institución confiable en este asunto.
A la par de la maniobra para falsificar las cifras de homicidios y otros delitos, está en marcha otra operación para eliminar en los registros oficiales las cifras de más de 40 mil desaparecidos bajo la presente administración, operación que provocó la renuncia de la máxima autoridad responsable en la materia.
Contrario al curso seguido por México, los gobiernos de Guatemala, El Salvador y Honduras en lugar de tolerar o proteger a los grupos criminales los han combatido con resolución, y los resultados están a la vista. La ciudad de Guatemala salió del ranking desde 2020. San Salvador salió del ranking desde 2019 y en El Salvador la violencia tuvo la mayor caída en tiempo récord de que se tenga registro en el mundo. Las ciudades hondureñas Distrito Central y San Pedro Sula ocupan los lugares 48 y 50, respectivamente y están a punto de salir del ranking, después de que San Pedro Sula ocupó el primer lugar mundial durante 4 años consecutivos.